domingo, 5 de diciembre de 2010

El girar del mundo


Si echas la mirada atrás, ves tus pasos, y si sigues más adelante, te concentrarás en la historia, aquello que ocurrió antes de tu nacimiento. Yo, en ese caso, aunque el titán tiempo hace mella de su inmensidad, no llego a sentir vértigo. En cambio, si miro al horizonte, a lo que viene y a lo que vendrá, al gran mundo girando, a la Tierra acompañada de sus hermanos mayores y bañada con la luz de su padre el gran Sol, me siento tan pequeño que puedo comparar mi vida con la de una hormiga, ya que en realidad no somos tan diferentes, Me siento pequeño y tengo miedo de la inmensidad, tengo vértigo por todo lo que me rodea, tanta grandeza y yo tan pequeño y tan ingenuo.

Me acuesto en mi cama con la intención de dormir pero mi mente empieza a trabajar rápidamente sin mi permiso y comienza a imaginar qué pasará cuando yo ya no esté. Pienso en cosas tan simples como aquella serie de televisión que seguirá su camino aunque yo no esté en el mundo, que seguirán cada semana emitiendo los capítulos y cuyo final no llegaré a ver, pero también pienso en cosas tan complicadas como miles de científicos trabajando para encontrar una cura para el cáncer, miles de personas tratándose el SIDA, porque la cura ya está al alcance de sus manos, pienso en los mediadores internacionales tratando conflictos. Imagino la evolución de la humanidad y la filosofía, imagino el mundo girando sin mí y me alegra ver sus avances.

Pero de repente vuelve la desesperación, vuelve el vértigo y vuelvo a imaginarme pequeño porque me pregunto quién se acordará de mí y por qué. Mi conclusión es, que quizás en los primeros años si que fuera recordado, nombrado, incluso sería el sujeto de algunas oraciones que de nada servirían, pero luego dejarían de nombrarme, de acordarse de mí. Nadie pensaría en mí, no tienen por qué, no tienen ningún motivo para hacerlo.

El mundo gira y yo no soy ni una billonésima parte de lo que el mundo espera de un héroe. Definitivamente, el mundo no es para mí, pero aún así, haré cada día que el mundo sea mi casa, mi escenario, mi cámara. Viviré cada día como si fuera el primero y seré recordado, por mucho o poco tiempo, por ser yo mismo y por ser como soy. Con mis virtudes y mis defectos. Tengo la suerte de que hasta mis enemigos me prefieren vivo.

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