sábado, 23 de julio de 2011

Mensaje para ti


No hay nada mejor que despertarme contigo y ver el sol por la ventana; y que desperezándome te mire a los ojos y con una sonrisa me digas ese buenos días que me sabe a miel.

martes, 19 de julio de 2011

Dos tontos muy tontos II: Dos tontos muy enamorados


II
Dos tontos muy enamorados

-Así es la vida, estoy encerrado en un manicomio de paredes blancas y voces susurrantes. Pero al mirar la ventana, sólo veo una cosa -dijo El Fandanguillo muy convencido-. El paraíso en el que compartiremos nuestras vidas para siempre.

Y en ese momento, después del mágico susurro que más bien diremos que era la frase de un enamorado, abrió la ventana y miró el desolado bosque negro tras el sucio lago, pero lo que vio fue muy diferente; un bosque precioso, verde y lleno de vida, tras un lago de aguas cristalinas surcado de cisnes, que nadaban de aquí para allá vestidos de blanco, como en una convención de ángeles cantarines. Esuchó los susurros del aire, y en vez de el ulular de los buhos y los peligros del bosque, escuchó una canción del aire.
-Despues de todo -continuó- la vida es tal y como la queramos ver. Y contigo, siempre la veré así.
-¿Cómo la ves? -preguntó Mortimer.

El fandanguillo sólo le miró a los ojos, y en el reflejo de sus pupilas, pudo ver Mortimer el mundo tal y como él lo veía.

martes, 5 de julio de 2011

Abyssus Abyssus Invocat IV


Me siento desfallecer y mi cuerpo cae en el cálido rumor del tacto ardiente del asesino desierto, bebo del mar que mana del cielo en espadas de fuego bajo mi blanca piel, desacostumbrada al ardiente rey egipcio Sol.


Busco el océano con la esperanza de encontrar en la inmensidad anaranjada un punto de azul que le de a mi esperanza una de las mil razones para vivir, quizás sea fantasía o quizás un sencillo empujón por la supervivencia.

Dice la Luna que siga, que mi camino es angosto y cansado, que el terror debe infundirme valentía para cruzar el bosque arenoso y salvarme de los ojos grandes buhínos de los negros y gigantes alacranes encapuchados que me apuntan con su cola como el dedo del juez que dicta la sentencia de vida o muerte. Sus faroles cantan “Ave Verónica, improbitas plena, ave venefica”.

Muere, vive, vive, muere, muere, vive, vive, muere.
La espiritualidad no me ha convertido en inmortal, lo ha hecho la incapacidad de morir.
A veces, las voces de los muertos me preguntan cómo lo hice, quieren saber como vencí a la muerte, me preguntan qué hice para no poder morir. Yo no les puedo responder, pero la muerte lo hace por mí.

Mortus Sum, ya estoy muerto.